Retomando el contacto

Un día como otro cualquiera, recibí un WhatsApp de Joaquín, director creativo de Schrödinger. Ya habíamos tenido algún amago de colaboración que finalmente no dio sus frutos, no era el momento por las circunstancias de cada uno.

Miguelito!!!

Años atrás ya habíamos trabajado en la misma agencia aunque en salas distintas de la misma planta. Era habitual cambiar el puesto de trabajo entre salas cada cierto tiempo, por las dinámicas de aquella agencia. Eso hizo que nos sentáramos juntos para trabajar en el proyecto de un importante cliente internacional.

Ese WhatsApp sí dio sus frutos. En esos momentos yo cabalgaba entre mi propia agencia de desarrollo y una startups australiana en remoto, todo desde Sevilla, una locura de horario.

Tras enseñarme Joaquín y María Montero, nuestra directora de operaciones, los proyectos que tenían en marcha y los futuros, el marcado carácter innovador de base, así como la forma de afrontar retos y cultura de empresa, me di cuenta que era la forma en que yo quería trabajar para una agencia: libertad para opinar y decidir sobre lo que es tu área de conocimiento. Pero no únicamente se queda ahí. Tu decisión es respetada y se lleva a cabo así. Y esto sí era novedoso. No en pocos trabajos mi opinión técnica fue enterrada bajo los procedimientos de otras áreas que decían ser más prioritarias. Y esto es frustrante.

Comenzamos a colaborar en un proyecto ya empezado de Mi Óptico, luego llegarían Thermomix y otros. Hicimos algunos cambios organizativos y fue cuestión de tiempo el que se me ofreciera el cargo de CTO para liderar la parte tecnológica que acepté gustosamente. Y otra novedad. El trabajo se realizaría de forma remota. La agencia en Madrid con algunos compañeros en la oficina y otros desde Sevilla desde su casa. Sabíamos que se podía trabajar así, no había ninguna duda y así lo hemos hecho.

El primer año

¡Madre mía! Se pasó volando. Cuando trabajas en proyectos de innovación donde a veces hay que recorrer caminos que todavía otros no han pisado, el tiempo se comprime porque haces algo que te apasiona. Poco a poco se fueron integrando nuevas herramientas colaborativas para gestionar proyectos y comunicaciones. Descartamos las menos productivas por otras. Tampoco tuvimos miedo en pivotar y corregir procedimientos que no funcionaban por otros con mejores posibilidades, crítico en una situación de trabajo de equipos distribuidos en la que la información tiene que fluir para realizar un trabajo eficiente.

Y llegó la pandemia. Muchas empresas tuvieron que adaptarse a una situación de confinamiento en la que los trabajadores no podían asistir a sus oficinas, empresas para las que el trabajo en remoto les era algo nuevo y para lo que no tenían experiencia. Nosotros, por nuestro carácter distribuido y deslocalizado lo tuvimos mucho más fácil ya que buena parte del camino lo teníamos hecho. Es la ventaja de ir por delante de los tiempos, algo que no es sencillo y requiere un sobreesfuerzo y compromiso por parte de todo el equipo.

Se fueron compañeros y llegaron otros como los hermanos Álvaro o Dani apoyando la parte de desarrollo, sobre todo en Unity.

Un año después seguimos manteniendo el mismo espíritu innovador, diferente y rompedor aunque con más experiencia a la hora de atrevernos con cosas que los demás no harían porque pertenecen a un modelo de empresa encorsetado.

Miguel Maestre

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