La realidad aumentada ha llegado para quedarse puesto que sus aplicaciones en el uso cotidiano son muy variadas y junto a su gran potencial puede convertirse en una herramienta de uso normal. Y aunque se está empezando a trabajar para poder venderlo al gran público, esta tecnología está dando sus primero pasos y necesita mejorar para ser factible su uso.

El gran potencial que muestra tener esta tecnología es increíble y capaz de aplicarse a muchísimos campos de la sociedad. Poder hacer que los estudiantes las utilicen para ver lo que están estudiando, ayudarlos a comprender mejor ciertas materias; facilitarle a los médicos las intervenciones quirúrgicas, realizar diagnósticos de forma más rápida y eficiente; hacer campañas publicitarias atractivas será muy sencillo.

El problema actual con las gafas de realidad aumentada, no es su falta de potencia o que la imagen proyectada sea muy pequeña, pues esto es algo normal cuando empiezan a desarrollarse una nueva tecnología. Su principal problema reside en el apartado estético del producto. Puede parecer algo que carece de importancia pero, en teoría, el objetivo es que se normalice su uso como si de un SmartWatch o un móvil se tratara. Por la tanto, creo que es necesario mantener un estilo atractivo para el público. A día de hoy, las gafas más conocidas son las HoloLens y las Magic Leap. Actualmente solo puedo imaginar su uso en reuniones de empresa, mostrando proyectos a clientes o mostrando algo en un ambiente privado y de confianza, pero en ningún caso puedo imaginar (a día de hoy) llevando este tipo de gafas por la calle.

En mi opinión, esta tecnología puede llegar a convertirse en algo que podamos usar en nuestro día a día y ofreciéndonos una gran experiencia. Se debería apostar por ello, puesto que ofrece grandes posibilidades tanto a usuarios como a desarrolladores. Facilitarán tareas como la enseñanza, publicidad, etc. Pero para ello, es necesario hacer ciertas mejoras y hacerlo asequible para todo el mundo.

 

 

 

 

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